Las prácticas de la viticultura se desarrollan desde hace varios milenios. Muchos productores cuestionan las prácticas modernas y prefieren aplicar el saber hacer secular que han heredado para elaborar vinos llamados "naturales" donde los insumos enológicos están muy limitados, o incluso prohibidos.
La idea consiste, por ejemplo, en limitar en gran medida, o incluso en eliminar, el uso de sulfitos adicionales que, sin embargo, son útiles para la conservación del vino. En el concepto del vino natural, encontramos una coherencia con las ideas de retorno a la naturaleza y de agricultura sana respecto a los ciclos naturales, donde el hombre recupera su lugar.
No obstante, el concepto no se ha definido a nivel internacional ni nacional y, por consiguiente, la ausencia de certificación pública puede dejar espacio para todas las interpretaciones y para enfoques de marketing más o menos lícitos. Esta denominación no responde a una norma, sino a ciertos usos; usos discutidos, criticados, experimentados, pero en fase con las tendencias del mercado. Los efectos de la reducción de los sulfitos en las características organolépticas son objeto de polémica, pero, en cierta medida y en el caso de los vinos jóvenes, pueden ser benéficos para su calidad organoléptica. En cambio, la cuestión de la aptitud de estos vinos para la conservación queda en el aire.