El proyecto VINOVERT llega a su fin o, mejor dicho, al fin de su primera fase, ¡ya que nosotros tenemos intención de continuar!
Hemos visto que las aproximaciones experimentales de naturaleza interdisciplinar que defendemos, han sido acogidas con éxito entre nuestros socios: compañías de negocios, cooperativas, viticultores y asociaciones de productores, y que nuestro modo de trabajar en la co-construcción de los temas de investigación aumenta tanto su significación científica como su difusión entre los profesionales. Pero aún nos queda camino que recorrer en este sentido.
Gracias a VINOVERT 1.0, conocemos bien el interés que tendría para las empresas del sector considerar su Responsabilidad Social Corporativa como un requisito para la competitividad a medio y largo plazo. Hemos demostrado hasta qué punto la calidad del vino se ha vuelto multidiensional y que el comportamiento ambiental y sanitario de un producto es un punto clave para el futuro posicionamiento en los mercados. Las variedades resistentes, la certificación “Ecológico” y la producción integrada son posibles soluciones, tal como hemos demostrado. Pero sobre todo hemos verificado que las decisiones de los consumidores se han vuelto complejas, que no abandonan, ni mucho menos, la calidad organoléptica. También hemos argumentado que la reducción de pesticidas en viticultura pasa tanto por un replanteamiento de los comportamientos, como por innovaciones tecnológicas o por incentivos monetarios o regulatorios y que, a fin de cuentas, la transición ecológica del viñedo europeo también depende de una cierta revolución organizativa.
Tal y como muestran nuestros experimentos en la región del Douro, el anclaje territorial sigue y seguirá siendo la piedra angular del sistema de reputación de los vinos y los viñedos, y por tanto de las empresas vitivinícolas. Por un lado, porque las forma de consumir vino se diversifican cada vez más y, hoy en día, ya no hablamos “del” mercado del vino, si no “de los” mercados del vino: el acercamiento entre empresa y consumidor se convertirá, sin duda, a través de una especie de circuito corto reconceptualizado, en el punto de anclaje de la fidelización de los compradores. Por otra parte, porque el consumidor ya no será el único juez de un sistema productivo: el uso de los pesticidas, la calidad del paisaje (en sentidos tan diversos como los que le dan los agrónomos y la sociedad), los vínculos sociales en el seno de las empresas y de su Terroir, el reparto justo del valor del trabajo, son temas que conciernen a los ciudadanos a nivel local.
Si la responsabilidad social del sector vitivinícola se redefine en tales términos, transformemos esa intuición en una demostración concreta, incorporando a los colectivos locales y a los ciudadanos para repensar un consumo sostenible, el interés mercantil del enoturismo, y encaminarnos hacia esa noción, aún demasiado borrosa, de “vivir bien juntos”, que se va imponiendo lentamente en el seno de las ciencias humanas y sociales. VINOVERT 2 deberá embarcarse en esta empresa. Así que ¡hasta pronto!